lunes, 29 de marzo de 2010

La importancia del Salitre para el país

Carguío de cachuchos con salitre Tras vencer a Bolivia y a Perú en la Guerra del Pacífico, que concluye en 1883 bajo la administración de Domingo Santa María, Chile anexa un territorio de alrededor de 180.000 kilómetros cuadrados en el que se explota el salitre. Este material se transforma rápidamente, y hasta fines de la década de los ’20, en la principal fuente de riqueza de la economía chilena. Se constituyen un conjunto de oficinas para la explotación del mineral, a partir de la llegada de nuevos capitales nacionales y extranjeros, principalmente ingleses, franceses y alemanes, y más adelante estadounidenses. A partir de los recursos recaudados por el derecho a venta del salitre, el Estado chileno desarrolla fuertes inversiones en infraestructura portuaria, caminera, ferroviaria, educacional y obras públicas en general (hospitales, redes de alcantarillado y alumbrado y edificios públicos). La explotación del caliche dinamiza además otros sectores de la economía como la agricultura y la industria, particularmente en este último caso, las áreas de los alimentos, los insumos básicos, el vidrio y el carbón, la metalmecánica y las fundiciones.

Pese a lo anterior, las condiciones laborales y de vida de los sectores populares, aunque diferentes entre un grupo y otro, no alcanzan niveles satisfactorios. La expansión de las ciudades genera movimientos migratorios de gran envergadura, lo cual agrava los problemas de hacinamiento, insalubridad, enfermedades, mortandad, alcoholismo y prostitución.




Paralelamente surgen organizaciones populares de distinto tipo (mutuales, cooperativas, mancomunales, federaciones) dispuestas a denunciar las condiciones de vida de dichos sectores y a luchar por sus derechos básicos. Destaca aquí el liderazgo ejercido por Luis Emilio Recabarren.

La clase dirigente preocupada por la creciente movilización social obrera, que percibe como amenaza, tanto a la estabilidad política del país como a sus privilegios, reflexiona sobre el conjunto de problemas adscritos a la modernidad urbana estableciendo diagnósticos sobre el estado de las cosas y proponiendo algunas soluciones. Este conjunto de cuestionamientos es lo que se conoce como “la cuestión social”.
Grupo de desrripiadores antes de entrar al cachucho



Detalle de un campamento

El concepto es tomado del primer ensayo, destinado a explicar las consecuencias de la migración peonal desde el campo hacia los centros urbanos, publicado por el médico, escritor y político liberal Augusto Orrego Luco, en 1884, bajo el título de “La Cuestión Social ”. Numerosos intelectuales, políticos y miembros de la Iglesia Católica (Arturo Alessandri Palma, Valentín Letelier, Juan Enrique Concha, Mariano Casanova) contribuyen con diversos escritos, los cuales van adquiriendo grados de complejidad e ideologización crecientes. Se contrastan allí visiones positivas y negativas del mundo obrero y se discute sobre un rol definitivamente activo del estado chileno.




La nueva sensiblidad, respecto de los sectores más desposeídos de la nación y sus reivindicaciones, se materializará en la promulgación (no exenta de dificultades) entre 1896 y 1924 de algunas leyes sociales, relacionadas con salud pública y derechos laborales. Destacan la Ley de Habitaciones Obreras, la “Ley de la Silla”, y el conjunto de leyes aprobadas bajo presión militar y que se refería a temas como el contrato laboral, el seguro obrero, los accidentes del trabajo, la organización sindical, y la existencia de instancias mediadoras para la resolución pacífica de los conflictos laborales.

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